El sacrificio de los padres por la
educación de sus hijos es un tema persistente en las películas japonesas, uno
de los problemas para el espectador ajeno aso, es que no tiene idea de cómo
funciona el sistema educativo en esa parte del mundo, lo que habría sido obvio
para su audiencia, haber tenido una introducción de cómo funciona este.
Ozu se salta más de una década en la
narración de la historias, por lo que debemos suponer que la educación superior hizo
su trabajo y que, de hecho, la madre no había tenido contacto con su hijo en
todos los años transcurridos. Quizás el hijo siente algo de resentimiento por
esta separación, ya que mantiene su matrimonio en secreto. No se puede pensar en
otra razón por la que lo haría: la esposa es todo lo que una madre desearía
para su hijo, la esposa japonesa tradicional perfecta y ciertamente no es algo
de lo que avergonzarse. Sin embargo, debido a que la tradición es suprimir
tanta emoción como sea posible, nunca vemos nada de ese resentimiento, así que
tal vez solo lo debemos de suponer.
Decidí ver esta película porque sentí el interés
por saber, cómo fue el inicio de este director en sus primeros años. Al
concluir, pude determinar que este es un trabajo que se siente muy lejos de los
que ya he podido apreciar del director
en los años 50, pero aun así, es una labor digna de valorar y que plantea una situación reflexiva y que
puede ser objeto de debates, le
recomiendo este films si busca trabar o plantean lo que ya he mencionado.
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